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Último adiós en Costa Rica para Violeta Barrios de Chamorro, exmandataria nicaragüense

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El lunes 16 de junio de 2025 se celebró en San José, Costa Rica, un servicio religioso para rendir homenaje a Violeta Barrios de Chamorro, exmandataria de Nicaragua, quien murió el sábado 14 de junio a los 95 años. El evento tuvo lugar en el Santuario Nacional del Sagrado Corazón de Jesús, situado en las proximidades de la embajada de Nicaragua, congregando a familiares, nicaragüenses residentes en el extranjero y destacadas personalidades del escenario político de la región.

Cerca del mediodía, la procesión funeraria arribó al templo, creando una atmósfera solemne y conmovedora. Miles de personas esperaban en silencio para honrar a quien fue la primera mujer en América Latina en ser elegida de manera democrática como presidenta, un puesto que desempeñó desde 1990 hasta 1997.

A lo largo de sus siete años al frente del gobierno, Chamorro encabezó la desmovilización de la Contra, la reincorporación de personas exiliadas y jugó un papel fundamental en la restauración del pluralismo político después de diez años de guerra civil. Su administración es vista por numerosos observadores como el momento decisivo que abrió las puertas hacia la paz y la estabilidad institucional.

La ceremonia fue presidida por dos de sus hijos, Carlos Fernando y Cristiana Chamorro, ambos periodistas exiliados. Sus intervenciones se destacaron por su carga cerrada de simbolismo: mientras Cristiana exaltó los valores familiares y democráticos heredados, Carlos Fernando reflexionó sobre el legado de esperanza que su madre sembró, incluso al morir.

La ceremonia contó con el apoyo de exmandatarios de Costa Rica, incluyendo a uno que recibió el Premio Nobel de la Paz, junto a otra personalidad nacional destacada. Ambos subrayaron la herencia de paz y democracia que Chamorro dejó no solo a Nicaragua, sino a toda la zona.

Uno de los momentos más conmovedores de la misa fue cuando nietos de la expresidenta pronunciaron intenciones de oración por la libertad de prensa, religiosa y cívica en su país natal, así como por el retorno de los exiliados y la paz con justicia. También se hizo pública la promesa de mantener su legado mientras Nicaragua alcance nuevamente un estado de república plena.

La imposibilidad de realizar este homenaje en tierra nicaragüense se atribuye a la represión que enfrenta su familia bajo el actual régimen en Managua. Según testimonios, incluso los sacerdotes en Nicaragua se negaron a mencionar su nombre en misas por temor a represalias, lo cual refleja el clima de censura que impera en el país,

Durante la misa, se entonó el himno nacional de Nicaragua, que resonó por toda la iglesia pese a la lluvia que caía sobre San José. El momento culminó con un aplauso prolongado, símbolo de gratitud y despedida de una figura que marcó un antes y un después en la historia política y social del país.

Tras concluir la ceremonia, su cuerpo quedó en Costa Rica a la espera de un posible retorno simbólico cuando las condiciones políticas lo permitan. Sus hijos dejaron claro que desean que su madre regrese a descansar en paz en su patria una vez que ésta recupere plenamente su libertad institucional.

La imagen de Violeta Chamorro se mantiene como símbolo de la democracia. Viuda de un periodista que fue asesinado en su lucha contra el régimen dictatorial en 1978, ella llevó adelante el legado de su esposo y emergió como líder de una coalición opositora que logró vencer al dirigente sandinista en las elecciones. Su victoria inició un proceso de desarme y reconciliación con el respaldo de organizaciones internacionales.

En los años después de dejar la presidencia, continuó involucrándose desde la esfera civil: estableció una organización que fomenta el progreso y la tranquilidad, y formó parte de organizaciones globales como el “Centro Carter”.

Este tributo realizado fuera del país también sirvió como un acto simbólico de resistencia ante el presente panorama en Nicaragua, donde la historia y los principios democráticos se encuentran amenazados. Para numerosos participantes y espectadores, esta ceremonia simboliza una reafirmación de dichos principios y recuerda que la batalla por una Nicaragua libre sigue adelante.

Por Otilia Adame Luevano